Acto 4
Como era de esperar, el guardia se enfureció.
Melchor intentó contraatacar con su diplomacia, pero ya no era muy efectiva.
Baltasar lloró creyendo que les iban a enchironar.
Gaspar, al ver el cariz que tomaban los acontecimientos, y sin que nadie le viese, guardó la mitad del oro que llevaba como regalo en las alforjas de cada uno de los otros dos Reyes.
El guardia engrilletó a los Tres mientras se jactaba de que les iba a denunciar por agresión a la autoridad para que la condena fuese mayor. Luego los llevó al calabozo. Veinticuatro horas después, fueron trasladados al juzgado para un juicio exprés.
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En el juicio por agredir al agente, Gaspar declaró primero, y ante la atónita mirada de todos, se inventó una historia en la que él era la víctima de un secuestro llevado a cabo por Melchor y Baltasar, que eran traficantes de Mirra. Argumentó que podrían encontrar las ganancias de tan turbio negocio en las alforjas de ambos y además se excusó con el agente denunciante alegando que estaba bajo el influjo de unos inciensos malignos por medio de los cuales controlaban sus acciones. Melchor y Baltasar se indignaron y se negaron a declarar nada ante tan absurda historia.
Cuando se registraron las alforjas, las pruebas fueron concluyentes. Melchor y Baltasar fueron condenados a cadena perpetua.
Gaspar quedó absuelto y vendió los derechos de su historia a un conocido novelista que había asistido al juicio como
oyente. Con el dinero que le dieron se compró un camello y se fue de allí siguiendo la Estrella Fugaz.