Acto 4
Después de 10 minutos solos, y sin los cuidados maravillosos, aunque infrapagados de sus pajes reales, los Tres Reyes Magos estaban claramente venidos a menos y parecían 3 náufragos piojosos.
La policía, cuando les vió con esas pintas, les aplicó la ley de vagos y maleantes. Como se trataba de un delito menor y ellos estaban cooperando, no hizo falta esposarles y fueron andando guiados por la policía, que les escoltó al calabozo.
En el camino, idearon un plan sin fisuras consistente en intentar sobornar a la policía para que les dejase libres… pero por precaución y teniendo en cuenta
que el soborno grupal podría fracasar, decidieron que lo mejor sería intentarlo uno por uno, ya que así tendrían tres oportunidades, y con que uno solo consiguiera escapar, podría llegar a Belén y pedir el indulto para los otros dos. Total, si Dios puede conseguir milagros… ¿cómo no va a conseguir indultos?
Melchor fue el primero que se acercó al policía:
-Mire señor agente, había pensado que a cambio de este incienso usted podría hacer la vista gorda y dejarme marchar.
-¿Qué es eso del incienso? A mí no me vengas con tonterías. Voy a cargarte con el delito de intento de soborno. Acércate, que te tengo que poner las esposas.
Baltasar no pudo evitar perder los nervios al observar la escena y se dirigió hacia al policía con el juicio nublado por una furia incontrolable:
-MIRE SEÑOR GUARDIA… LE SOBORNO Y ME DEJA IR. AQUÍ TIENE MIRRA.
-¿Mirra?
-¡Mi rabo! ajajajajaa esta te la comes -estalló Baltasar triunfal.
-¿Sí? Pues por listo te vienes detenido – dijo el policía mientras le ponía las esposas.
Gaspar, después de conseguirse calmar de un ataque de risa, cogió el saco del oro y se acercó al policía:
-¿Nos vamos a entender?
-Nos vamos a entender. Con la mitad sobra. Tenga usted buen día, buen señor.
Entonces se alejó, ya libre. Con el oro sobrante se compró un camello y se dirigió a Belén siguiendo la Estrella Fugaz.