El Patito feo nos cuenta cómo superó todos sus problemas
Hola, ¡hola! Soy yo, Feónido. He tenido que buscar un segundo trabajo además de lo de los poemas feos, ya sabéis: de la petanca no se puede vivir.
Así que he decidido cambiar de sector. Al principio me sentía un poco inseguro viendo la increíble calidad que tiene el periodismo en este país, pero finalmente, en un arrebato
de confianza en mí mismo, me he liado la manta al cuello y aquí estoy. Ahora soy vuestro reportero más dicharachero. Y además os traigo una sección de sumo interés y que parece que está de moda:
¡una entrevista con un personaje icónico de la cultura popular!
Sin más dilación, aquí tenéis a nuestro invitado de hoy, al que voy a presentar por su nombre artístico: hola y bienvenido, Patito Feo.
-¡Cuack!
Nosotros también nos alegramos de verte… y de poder conversar contigo. Voy a hacerte primero unas preguntas personales que seguro que ayudarán a la gente que nos lee y que están pasando por lo mismo que tú pasaste.
Nos remontaremos a tu infancia patil. Debió de ser muy duro que el resto de niños pato se rieran de ti y no quisieran jugar… Me has contado antes que en aquel momento tenías un lema: ¿Cómo era? Ah. sí: «todo va a salir regular».
Te hiciste una sudadera blanca personalizada con él y la llevabas a todas partes.
-Cuack, cuack…

Los otros patos no lo entendían y te miraban raro, pero tú les pillaste cuchicheando que querían una sudadera de «Todo va a salir regular» igual que la tuya. Especialmente después de aquel día en el que, efectivamente,
«todo salió regular».
Tuvisteis que cruzar la carretera Nacional y el tío pato Larry, que era el más pesado y todo el mundo quería deshacerse de él, acabó debajo de la rueda de un camión. El resto de los patos sentían una mezcla de alivio y pena
porque ya no tendrían que volver a escuchar los chistes malos de Larry. Y no podían evitar reírse al ver tu sudadera.
-¡¡Cuack!!
Entiendo. Eso te dio confianza, porque aunque no te lo dijesen, sabías que eras gracioso. Y de repente… ocurrió aquello. Te encontraste, en un estanque, un grupo de animales que eran exactamente iguales que tú, y
te diste cuenta de que no eras un pato. Que eras un cisne. Así que te acercaste, y cuando te vieron venir, vieron tu sudadera y supieron que aquel cisne tan gracioso tenía que ser de su grupo de amigos.
-Cuack cuack… ¡cuackkkkkk!
¿Estos mismos cisnes te regalaron esta camiseta rosa «chula chulísima» que traes hoy? Y aquello te hizo mucha ilusión, ¿verdad? Normal, no hay cosa mejor que que alguien te diga que eres una persona chula… ¡cómo ha de ser si te dicen
que eres chulísima!
-Cuack
Por último, ya que es un tema de actualidad, nos gustaría saber qué opinas que hay que hacer para conseguir la paz mundial.
-Cuuuuuack, cuack, cuack, ccccuack cuack cuackkk cuaccckk cccuack cuack. Cuack cuuuuack cuaaack cuack cucucuack cuack cuack.
Bueno, creo que no hace falta añadir nada más, está todo bastante claro y si nos lee gente con poder para cambiar las cosas, espero que tomen buena nota de esta última declaración.
Gracias a todos por acompañarnos hoy
*Ningún tío pato Larry ha muerto realmente como consecuencia de la escritura de esta entrada del blog.